«La librería espejo»

Las ocho de la tarde de un viernes en horario de invierno. Era becaria en una librería de barrio y me tocaba cubrir el turno de una compañera. Mi tarea consistía en ejercer de típica 'chica para todo', etiqueta de la  que estaba harta, encima por un salario más que cuestionable. Si esa era la idea de versatilidad, hubiera preferido especializarme en otra faceta más afín a mí.
Soñar es gratis.

A lo que iba. Me sucedió que ordenando la 'Sección de Incunables', me cayó a los pies un ejemplar por título «Magia para una vida feliz», autor anónimo. Fruncí el ceño preguntándome qué hacía ese tomo ahí. Lo devolví a su sitio: Esoterismo.
No di ni dos pasos seguidos; un golpe seco a mi espalda: el mismo libro de nuevo en el suelo.

—¿Será posible? ¡Como si no tuviera nada mejor que hacer salvo recogerte quinientas veces!

Cabreada ya, lo examiné para comprobar que no tuviera un mecanismo por control remoto; ni rastro.


Entonces, me estremeció una estrofa que brillaba palpitante, haciéndola más enigmática todavía:

«Cualquiera con mucho pesar
En mis letras descansará,
Pues no soy yo cualquier lugar.»

Rezaba la primera página. El resto, en blanco. Acto seguido, una extraña presión en el pecho. Sentí cómo el propio mamotreto me succionaba con una fuerza irresistible. Oscuridad de súbito. Luego, bruma, una luz intensa y un... ¿eco?:

—Bienvenida, Sofía. Soy la librería espejo y descubridora de talentos.

Enmudecida, me encontraba de pie en ¡la misma librería, con la diferencia de que estaba invertida!
Lo que era arriba, ahora era abajo; lo último, lo primero.

La voz prosiguió:

—Sí, es tu libro. Talento tienes y esas páginas blancas esperan a que tu pluma haga magia e inspire a muchos otros para que soñar no se quede en una quimera.

«Magia para una vida feliz», mi primer título de lo que vino a ser una larga lista...