❤️ Cuenta la historia de alguien que trata de decidir entre el trabajo de sus sueños y el amor de su vida.
Ella me miró con el ceño fruncido y sentí la necesidad de explicarme.No puedo irme ahora. Acabamos de firmar en la cooperativa. Iván está muy ilusionado.Ya lo sé, hija. No es buen momento. Lo importante es tu casa, tu boda…, me respondió con voz atiplada. Ya tendrás tiempo, el futuro es muy largo. Te podrás ir después de este lío… a no ser…Se calló y desvió la mirada hacia la ventana. Ella sabía que la oferta del laboratorio escocés era la culminación de mis sueños. La recompensa por tanto esfuerzo, por tantas noches en vela, por tantas horas de prácticas en empresas que me daban sueldo de becaria.A no ser que te quedes embarazada, me dijo mirándome de frente. Iván está pensando en los niños y no puedes desairarle. Tendrás que aplazar tu marcha.Me inquietaban los augurios de mi madre. Iván hablaba de tener dos niños, de trasladarnos a una casa de pueblo cuando ellos crecieran. A mí los proyectos de Iván me entusiasmaban. Pero en ellos no cabía una oferta de trabajo en un prestigioso laboratorio a más de dos mil kilómetros de distancia.Tendré que rechazarlo, asentí compungida.No te preocupes, es lógico. Es lo que llevamos haciendo las mujeres desde la prehistoria. Rechazar oportunidades, dijo mi madre con énfasis. Pero el amor te bastará para olvidarte de lo que te has perdido.En ese momento no vi a mi madre. Vi a la mujer intrépida que pilotaba aviones y atravesaba el mundo cuando era joven, la mujer pájaro que había dejado de volar cuando se comprometió a hacer un nido con el hombre que la enamoraba.Voy a escribir, mamá. Me voy a Escocia el mes que viene.Ella me miró. Y ya no tenía el ceño fruncido.
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Carmen Santamaría
Soy licenciada en Periodismo en la facultad de Ciencias de la Información, de la Universidad…
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