—¡Mira, una amapola!
—¡Deja de gritar, tío! Me acabas de despertar.
—Perdona. No sabía que las amapolas teníais oídos.
—Los humanos no sabéis comportaros en el campo.
—Lo que tú digas bonita... Te dejo, que me voy a subir a ese árbol para hacerme un selfi.
Saludos Insurgentes