- S… son lentejas
- No me gustan las putas lentejas- cojo el plato y lo lanzo a la pared que tengo enfrente-¿Cuántas veces te tengo que decir que no me gustan?
- Nunca me lo dijiste- me contesta con voz temblorosa, tiene miedo porque sabe lo que toca ahora.
- ¿Me estás llamando mentiroso?- en una zancada estoy a su lado y la agarro de ese suave, largo y oscuro cabello.
- No, no eres un mentiroso.
- ¿Qué dijiste que no te escuché?- chillo mientras estiro más de su cabello.
-No, no eres un mentiroso- repite llorando.
La sujeto más fuerte y le estampo la cara contra la nevera que tengo al lado. Una, dos, tres y cuatro veces, no paré hasta ver sangre correr de su nariz. La suelto y cae al suelo tapándose la cara. Laura me pilló de muy mala leche hoy. El cabrón de mi jefe estuvo toda la mañana tocándome los huevos.
- ¿Aprendiste la lección o aún no?
- Sí, perdóname por favor- me contesta en un susurro
-No, aún no la aprendiste.
Seguidamente le pego patadas en el estómago hasta que me canso. La levanto del suelo agarrándola del brazo.
- Se acabó la diversión-digo antes de lanzarla contra la mesa.
Cojo la chaqueta y me voy de casa. No volví hasta el anochecer y al entrar veo que Laura sigue en el suelo junto a un charco de sangre.
- Mierda, me toca limpiar otra vez. Se ve que la lancé muy fuerte.
Salgo al balcón y mientras me fumo un cigarro pienso en como deshacerme de ella. Desde lejos veo que ya han preparado la hoguera de San Juan que se encenderá mañana en la plaza.
- Mira que suerte la mía.
