Estoy tan feliz de que haya venido. Sus amigas han conseguido convencerla. Está preciosa, como siempre. Lleva esa sudadera ancha que le queda tan bien y combina a la perfección con sus ojos, que son del color de Urano. Por eso cuando la miro siempre me siento en otro planeta. Y fueron precisamente sus ojos el inicio de todo, cuando se me clavaron aquella noche de agosto y ya no pude escapar. Ni quise. Fue el comienzo de una dulce brujería. Siempre lo pensé, ella es magia blanca.
Fue instantáneo como una estrella fugaz. Nos conocimos, dejamos a nuestros novios y empezó lo que nunca terminaría. Me enseñó la diferencia entre querer y amar, entre el mundo exterior y ese Universo infinito que se esconde entre las costillas.
Estuvimos juntas cinco años y jamás discutimos. Solo aquella noche. Aquel San Juan de hace dos años. Me dijo que nunca le decía que la quería, y que hasta lo más evidente comienza a dudarse cuando no se escucha. Yo no daba crédito a que pusiera en duda lo más poderoso que había sentido nunca, y en lugar de decirle las palabras que tanto ansiaba, cogí el coche y me fui.
Tuve un accidente aquella noche. No pudieron hacer nada por mí. Y ahora, dos años después, me han dejado volver convertida en hoguera, para darle el calor que no le di aquella noche. Le diría tantas cosas, pero ya no tengo voz.
Son las doce. Saca un papelito del bolsillo y lo arroja sobre mi. Solo ha pedido un deseo.
“Ojalá volver a verte”
Y sin saberlo, mientras me reflejo en sus ojos, su deseo se cumple.
Y a la vez, ella cumple el mío, porque durante los minutos que se queda mirando la hoguera, consigue que vuelva a sentirme viva.
Bien narrada, con giros agridulces pero un final feliz.
Me ha gustado.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Saludos.
¡Enhorabuena!