«Mi Perla ha vuelto a mí, o yo a ella»

Diez días con sus noches transcurrieron desde que Perla aceptó ser mi esposa, y los mismos diez días con sus largas noches han pasado desde que esta pesadilla comenzó. Inmediatamente después del "sí", mi novia desapareció sin dejar rastro alguno; el silencio reinó en las calles y el fuego fue el guardián del inmenso todo que era la ciudad. He buscado sin éxito alguno señal de vida. He buscado sin cesar, a mi amada Perla. En las contadas ocasiones que tuve contacto con otras personas, sólo pude distinguirlos a la distancia, robando enlatados en algún supermercado. Al acercarme a ellos pidiendo auxilio, salían corriendo despavoridos. Algo muy malo debieron haber visto. Me encontraba caminando por una calle desierta, en el momento en que la tierra comenzó a temblar con furia, se abrieron grietas en el suelo que devoraron autos, postes de luz, y todo aquello que no tuviese piernas para correr. Intenté huir, pero justo antes de lograr escapar de ese callejón sin salida, un edificio se derrumbó. Y me aplastó. Lo siguiente que recuerdo es la luz amarilla. Quien dice que la luz del paraíso es blanca, está mintiendo. Al abrir los ojos, vi a mi hermosa novia tocada con una corona de rosas amarillas,  sonrió, y en ese instante supe, que todo mi sufrimiento había llegado a su fin.