«Nano-workers»

La primera vez que los nworks aparecieron en nuestras vidas, pensamos que era alguna estrategia de marketing viral, de esas que triunfaban en las primeras décadas del siglo XXI.Fueron diseñados para trabajos de construcción. Ya hacía décadas que los taxis autónomos y reparto de mercancías eran drones guiados remotamente.El primer edificio cuya construcción transmitieron en directo fue el del recientemente creado Ministerio de Nano-Empleo. Recuerdo verlo crecer como quien contempla un timelap, pero era en vivo.Luego llegaron los camareros, cocineros, personal de supermercado, sanitarios, agricultores, mineros... La última vuelta de tuerca: los ningenieros. Analizaban cómo mejorar su propia especie, y como si de padres e hijos se tratara, cuidaban de los suyos y conseguían hacerlos más productivos.Los gobernantes, desde un principio, compensaron a la gente que dejaba de trabajar, pues su puesto era ocupado, pagándole por no hacer nada, en función del oficio que tendrían en caso de no existir los nworkers.Los jóvenes debían estudiar como si fueran con ello a ganarse la vida y cuando llegaba el momento de empezar la vida laboral, su nworker correspondiente generaba riqueza para él. Esto tenía una doble finalidad; por un lado premiar el esfuerzo con mejores condiciones económicas, y por otro mantener personal con conocimientos, por si fallaran o hubiera que desconectarlos. Además, cada dos años, todo el mundo debía pasar una revisión profesional, por si se hiciera realidad este escenario.Solo unos pocos seguimos sin tener nuestro puesto ocupado: los artistas. Músicos, pintores, escritores, actores de teatro -todo el cine es digital en nuestros días- y demás almas creativas, seguimos al pie del cañón.Por mucho que han evolucionado, no han conseguido replicar la capacidad de crear desde la nada, de imaginar, de soñar, y eso, en nuestro campo, es esencial.