Calles huérfanas. Prácticamente somos mi sombra y yo quienes se atreven a transgredir la calma tensa que pulula en el ambiente. Un gato negro me escruta primero para luego darse a la fuga hacia ninguna parte... bueno, a los contenedores de basura que tiene por centro comercial donde hacerse con los más paupérrimos manjares al módico precio de un buen olfateo.
También, ilusa de mí, ¿qué se puede esperar de un nuevo decreto, otro maldito confinamiento que nos declara culpables de forma solapada por respirar un aire a priori libre de cepas? Dicen los medios oficiales y expertos virólogos que este último brote es mucho más peligroso que cualquiera conocido hasta la fecha.
HADES - 23 es el responsable de los episodios persistentes de histeria colectiva que se han venido sucediendo en los últimos dieciocho meses –tal vez más–, porque mi entonces compañero de trabajo ya empezaba a mostrar comportamientos extraños e idénticos a los descritos públicamente: palidez extrema, mirada desorbitada, vacía y vidriosa, pérdida de peso continuada, estrés permanente, irascibilidad anormal. Me da no miedo, sino respeto el hecho de trabajar con él codo con codo en los proyectos que nos asignan. El más reciente es el lanzamiento al mercado de unas gafas de realidad virtual que te sumergen por completo en una especie de mundo paralelo, ofreciéndole al usuario una experiencia difícil de olvidar.
Creo que la realidad que vivimos hoy en día supera a cualquier imitación por muy virtual que sea la que te puedan aportar esas lentes. Pero, ¡un momento! ¿Qué estoy viendo o, más bien, a quién?...
—¡No puede ser!
—Amanda, tranquilízate. Sí, soy Héctor. Voy a retirarte esas gafas despacio, no te resistas. HADES – 23 tiene la culpa de tus episodios de histeria. Menos mal que te he encontrado, aunque sea entre tanto desperdicio.
Me ha encantado el segundo párrafo.
Sin duda la realidad supera a la ficción.
Saludos Insurgentes
Yo creo que es peor lo virtual... Fijate lo que te digo.
Un abrazo enorme compañera.