Cuenta la leyenda que, en la noche del solsticio de verano, es posible abrir un portal que comunica nuestro mundo con el mundo de las hadas. Un lugar mágico en el que los sueños se hacen realidad.
De vez en cuando, un duende curioso cruza este portal dispuesto a vivir todo tipo de aventuras. Algunos se dedican a ayudar a los humanos sin que ellos lo sepan, como se relata en el cuento “El zapatero y los duendes”. Otros, en cambio, prefieren fastidiarnos cambiando de sitio nuestros objetos personales.
Sin embargo, ¿dónde se encuentra la entrada hacia este mundo de ensueño? Pues bien, se dice que antaño Inglaterra fue una tierra mágica. No tenemos más que echar un vistazo a sus leyendas, como la del Rey Arturo, que reinó Bretaña con Excalibur, la de Jack y el gigante Cormoran o la de la bruja de Wookey Hole.
Por no olvidarnos de Stonehenge, cuyas espléndidas vistas en la noche del solsticio de verano nos permiten vislumbrar, por un breve periodo de tiempo, una puerta que conduce a un mundo diferente al nuestro. Un lugar que los humanos descubrirían por casualidad.
Un 21 de junio al atardecer, una hoguera fue encendida en el centro de este monumento megalítico. La sombra de las grandes piedras creció con la fuerza del fuego, fusionándose con la producida por el sol. Así, se abrió un portal en la umbría llanura. ¿Podría ser este el enlace al mundo mágico del que hablábamos? Parece que sí, pues desde la negrura de las sombras apareció una pequeña mano.
Pero lo que allí habitaba no eran sonrientes y simpáticos duendes ni graciosas hadas, sino monstruosas criaturas provenientes del mismo averno. Y así, comenzó la pesadilla mientras los demonios salían de su agujero, acompañados de un humo que empañó el cielo de aquella noche de verano.