«Primer y último día»

Hola, Diario.

Hoy ha sido un día raro. Empezó igual que siempre, pero se torció. 

Lo primero que hacemos en todas las clases es corregir los deberes. En Lengua, la maestra ha preguntado que si los habíamos hecho y uno de clase ha dicho que no nos mandó nada. Ella lo miró extrañada. Entonces me miró y volvió a preguntar. Yo no sabía qué hacer. Tenía hechos los deberes y quería dárselos, pero hacerlo significaba delatar al niño, que es popular y yo no. Yo tengo muchos motes y ninguno creado con buena voluntad: pulga, Dumbo, empollona, niña-niño...

Al final, asentí. Mis papás siempre me dijeron que debía decir la verdad. Le di mi cuaderno y empezó a corregir los deberes. Luego, las clases fueron horribles: los niños me susurraban cosas malas, me mandaban notas insultándome... Yo no he sido capaz de decírselo a la profe, sólo he agachado la cabeza y roto mi lapicero por la mitad.

En el recreo me he visto sola, sentada al lado de la clase de los párvulos. He llorado un poco, la verdad.

Cuando casi había acabado el recreo, se ha acercado Jennifer. Jenni es una chica nueva. Se mudó hace poquito y es muy simpática. Parece que tiene más años: es alta y más seria. Vamos, ¡que es una chica curiosa! Pues ha venido Jenni y se ha sentado conmigo. Me ha preguntado que qué hacía y, sin poder responderle, me ha dicho: "Tía, son tontos. Yo también tenía los deberes hechos, pero no me he atrevido a decirlo". Me ha dado un abrazo y ha sonado el timbre, así que nos hemos metido en clase.

Ha sido el primer día que hemos hablado, pero lo siento como el último que voy a estar sola en el cole, aunque esté rodeada de gente.