En la mañana del Año Nuevo Chino la aldea Suogeyi vibraba con la energía de las festividades. Las calles estaban llenas de gente, compartiendo comida, bebida y música, pero había algo extraño y mágico. Esa misma noche un conejo blanco con ojos verdes como esmeraldas caminaba entre la multitud.
El conejo parecía tener un propósito, y un grupo de adolescentes liderados por Xen decidieron perseguirlo. El conejo los guió directamente hacia una pequeña casa en el borde de la aldea. Allí vivía una anciana solitaria, que había perdido toda esperanza de encontrar la felicidad de nuevo.
El conejo entró por el portalón sorprendiendo a la anciana. Fue entonces cuando mirándola a los ojos la dijo:
-He venido a devolverte la felicidad que has perdido- el conejo hablaba con una voz suave y mágica- Pero primero, debes hacer un pequeño sacrificio.
-¿Qué tipo de sacrificio?- preguntó la anciana con curiosidad.
-Del tipo que sólo alguien que ama a un ser querido puede hacer- respondió el conejo con solemnidad- Debes entregar algo que te sea muy querido y valioso en el bosque de Naigu.
La anciana pensó en ello y decidió meter en un macuto algunos bártulos y recuerdos de un gran valor. Después, cerrando tras de sí la puerta de lo que había sido su hogar hasta entonces, siguió al conejo.
Mientras, desde las ventana Xen y sus amigos observaron aquella escena. Tras algunas diferencias entre ellos tomaron la decisión de seguir a la anciana y el conejo al interior del bosque de piedra. Estaban dispuestos a vivir esa aventura para saber cómo terminaba la historia.
Se adentraron en aquel bosque lleno de magia, el conejo y la anciana en primer lugar y unos pasos por detrás el grupo de adolescentes. Justo al llegar a una de las formaciones rocosas más espectaculares la anciana y el conejo se detuvieron ante ella. De pronto el conejo comenzó a emitir luz propia, más intensa a casa instante, hasta que por fin ocurrió algo. Se oyó un fuerte crujido y ante ellos apareció una puerta tallada en la propia formación rocosa.
Xen y los demás, escondidos tras otra de las formaciones cercanas fueron testigos de aquella magia. La anciana mientras tanto en aquel momento entendió que el sacrificio no era material si no personal. Se quitó un gran peso de encima, y sintió una alegría profunda y duradera.
La puerta se abrió y la anciana se adentró en ella, una vez la atravesó, ésta fue cerrándose hasta desaparecer ambas y volver el bosque a su oscuridad habitual.
Mientras tanto Xen y los demás, desde el lugar que los había convertido en espectadores privilegiados, no daban crédito de lo que acaban de presenciar. La anciana consiguió su alegría tras sacrificarse y adentrarse en un mundo de luz.
En el otro lado, perplejos, los amigos que lo presenciaron, antes incrédulos, renovaron su creencia en la magia. El conejo como símbolo de un reinicio mágico, les enseñó una nueva versión del mundo a Xen y sus amigos.
Buena narración!
Saludos Insurgentes