Un estrepitoso ruido me despierta de golpe. Abro los ojos bruscamente, como el que despierta de una pesadilla, y miro el enorme reloj de la estación de Atocha. No me lo puedo creer, hace más de una hora que debió pasar mi tren. Es veintitrés de diciembre y prometí a mi madre llegar antes de nochebuena para preparar juntas la cena, especialmente la tarta de queso, que por más que la mujer lo intenta no consigue que le desvele mi receta secreta.
Me levanto del banco donde me había dormido, sintiéndome muy extraña, miro a mi alrededor y no veo a nadie, ¿estaré soñando?, a veces tengo sueños muy reales. No es normal que a las cuatro de la tarde la estación de Atocha esté vacía, y mucho menos en víspera de nochebuena. Cojo mi bolso y me dispongo a salir a la calle, a la espera de que este día vaya recuperando poco a poco la cordura. Nada más salir me encuentro frente a frente con “La manquita”. Para quien no lo sepa “La manquita” es el nombre con el que los malagueños conocemos a la Catedral de Málaga. Definitivamente tengo que estar soñando.
Asumiendo que estoy en un sueño me dirijo a casa. Al llegar mi madre llora desconsoladamente al teléfono, y sin saber cómo, consigo enterarme de lo que le están diciendo.
Yo, siempre tan alegre, me había tirado a las vías del tren en la estación de Atocha.
Yo, siempre tan alegre.
Cojo el móvil de mi madre que estaba en la encimera y veo su último mensaje recibido, aún sin leer.
Era mío.
Era la receta de la tarta de queso.
Relato magistral!
Me ha encantado, elgiro final es brutal!
Saludos Insurgentes