Por fin me decido por algo nuevo. Un género que me levante (de forma figurada) del sofá en el que llevo hundida desde hace meses sin perspectivas, sin ilusiones, sin sueños. En realidad, quiero una historia que me haga volar sin despegarme de la funda de plástico que cubre el viejo sofá de eskay de la abuela y que heredé junto a todos los tapetes de ganchillo que hacía hasta que su vista le falló. Ahora ya están amarillentos, pero sigo conservándolos como el mayor tesoro junto a los clásicos que los acompañan en las estanterías.
Abro la puerta de la librería del barrio, la de don José, que siempre sabe qué recomendarme. Justo lo que necesito ahora.
Le pido algo para levantar el ánimo, "remontar el vuelo", le digo y me lleva a la última estantería del local, la de las historias escondidas. Nunca había estado allí. Me deja sola.
Encuentro dragones que ayudan a princesas a encontrar sus reinos. Hadas malvadas que luchan contra brujas benevolentes. Gusanos feos con corazones grandes y bondadosos. Príncipes despiadados que no dudan en asesinar para lograr poder.
Me llama la atención un libro de tapas rojas con una frase en la portada: "Te cuento mi vida", en letras doradas. No identifica al autor lo que hace disparar mi curiosidad, así que lo abro y leo la dedicatoria:
"Pequeña, llegarás a estas letras justo cuando las necesites, ni antes ni después. Todo está pensado y preparado para que así sea. Vuelve al sofá y lee y descubre y siente y sueña y vive. Todo esto es para ti, mi pequeña Laura. Tu abuela".
Cierro de un golpe sin entender nada. Don José está a mi lado, ha llegado sin hacer ruido. Me mira dibujando una gran sonrisa y asiente con la cabeza.
-Este libro es el que buscas, Laura.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.