«Tentación»

Odiado por muchos, temido por la mayoría pero había algo en él que siempre que siempre la atraía. Actos macabras, operaciones innombrables, ejecuciones viles y aún así dudaba cada vez que debía enfrentarse a él. Sintiéndose que tenía enfrente a su archienemigo, la horma de su zapato quien siempre conseguía dejar a la detective con mal sabor de boca después de uno de sus crímenes. ¿Por qué entonces una parte de ella le admiraba? No se dejaba llevar por engaños, sabía que era el mismísimo diablo disfrazado pero no era su aspecto lo que la atraía, no, era su ser. Esa parte oculta en lo más profundo que brillaba en sus ojos cada vez que la miraba, retándola a un nuevo duelo que nunca llegaba a buen puerto. Anacrónico, un hombre que no se regía por ningún convencionalismo social o regla moral; él creaba las suyas propias. Cambiaba las reglas del juego a placer, convirtiendo el orden en caos, lo predecible en un misterio. No necesitaba palabras para hablar, su mirada lo hacía por él. Esos ojos oscuros, profundos como dos pozos sin fondo, una sonrisa torcida, llena de promesas pero de dudosa naturaleza. el pecado, la tentación, la repulsión, pero a pesar de todo eso siempre aceptaba el reto, siempre caía en su juego. Por que si había algo que la detective sabía, algo que jamás la hizo dudar, era la creencia de saber que ella era buena, pero él, aún más.