«Tierra»

Sé que me escuchas Tierra, al igual que yo a ti. Por eso quiero explicarte todo lo que me aportas, todo lo que siento gracias a ti. 
Escúchame, no te rindas, tu belleza es mi vida, tu aliento mis pulmones y tus aguas son mi cuerpo y el tuyo. Nuestros cuerpos están unidos por ese cordón umbilical con el que conectamos nuestra energía. Cuando me miras al despertar, haces que mis ojos brillen, al igual que esos pequeños seres voladores que has creado, los que cantan mientras miman tu cuerpo al pasar. 
Ya te habrás percatado, cuando lloras me entristeces, y cuando despejas tu mente la mía sonríe, ves como estamos conectadas. Debemos seguir errando juntas, así seguiré navegando por tu cuerpo mientras me acompañas en mi vejez. 
A veces tus aguas me abruman sin embargo, otras me calman y me recuerdan lo suave que es tu piel. 
Debo agradecerte tus notas, esas que me mandas en forma de amapola y rosa, incluso entre lirios y azucenas, son esos detalles los que me reconfortan y me alegran los días. Y gracias también por esos rayos de luz que a menudo dejas traspasar a través de tus ojos azules para que mi cuerpo fluya. 
Qué placer observarte, admirar tu belleza, tus prados, y esas curvas por las que me permites caminar, alimentan mis pensamientos, los mismos que me regalan estas palabras que te escribo.
Has logrado que el amor corra por mis venas, sobre todo al mostrarme tu corazón, tu luna, esa que muestras a la noche para recordarnos que no estamos solos, la que reflejas entre tus aguas para enamorarnos, y así llegar a sentir ese hilo de esperanza en nuestro ser, para seguir viviendo en tu cuerpo de oro y miel.
Por último, agradecerte también que me hayas proporcionado esos manjares que brotan de tus raíces, esos frutos mantendrán viva la pasión que siento al degustarlos.
Ya lo sabes, Tierra, sigue en mi camino que yo te seguiré hasta el fin.



* Elegí el poema de TIERRA (La noche oscura del cuerpo) 1980, para inspirarme en esta historia.