«Un muro contrariado»

Hoy noto que el ambiente está distinto. Por más de treinta años llevo aquí, quieto, inmóvil, observando dos lados de una misma ciudad. Por fin los veo, veo gente, mucha gente, exaltada, eufórica, con herramientas en la mano que conozco bien. ¿Llegó mi hora? Nunca entendí porqué me levantaron pero parece que mi función en esta historia ha terminado. He visto gente llorar junto a mí; he visto gente golpearme con sus puños, como si hubiese hecho algo malo. Me tomó tiempo comprender que su animosidad no era personal sino porque este no era mi lugar. Ahora, con el primer golpe, mi estructura tiembla, siento el dolor, el dolor de quien me golpea, la rabia de quien me atiza con el martillo. ¿Cómo culparos? Por años os he separado pero parece que hoy se terminó y a pesar del dolor, siento una extraña liberación. A cada ladrillo que me arrancan, me siento más pequeño, sin función. Pero ellos se ven tan exultantes que a veces creo que todo debe ser tan solo mi imaginación, ¿tan malo fui? Solo soy un simple muro pero me miran y atacan como si fuera el peor de los enemigos y seguramente lo fui, dividiendo a familias y haciéndolas sufrir aunque os juro que jamás lo pretendí. A mi me levantaron con un propósito pero éste terminó, solo espero que quede algo de mí y sepan que existí. Algún ladrillo, algún resquicio de que una vez estuve aquí. Porque seré un simple muro pero que mi muerte no sea en vano, que cuando me vean recuerden que ellos mismos me construyeron y que en vez de construir y derruir, esto les sirva de lección para lo que está por venir.