“Me muero de frío” pensé mientras miraba por la ventanilla de mi vagón ¿Por qué tiene que hacer tanto frío? Claro, es enero. Estaba arrebujado bajo mi capa y mi sombrero, con la bufanda apretada en torno al cuello y tratando de no dejar escapar ni un ápice del calor que mi cuerpo con tanto trabajo iba produciendo.
Mi vagón estaba lleno hasta los topes, sobre todo de gente fea ¡Cómo siempre! Los pinos se sucedían rápidamente tras la ventanilla. Era un bonito paisaje, pero ello no evitó que en seguida empezase a encontrarlo monótono. Así somos los Baskertiell, gente intelectualmente inquieta, y no nos contentamos con la simple monotonía de un paisaje.
Estaba sumido en mis pensamientos cuando una elegante mujer entró en el vagón. No pude evitar dirigir mi mirada hacia ella, es cierto, pero con el único espíritu de mostrarme atento y servicial “Nunca con ninguna otra intención, por supuesto, ¡Los Baskertiell somos caballeros por naturaleza!”
La elegante mujer, tristemente, perdió toda su elegancia al momento, ya que trastabilló un pie con su idéntico y fue a encontrarse su bonita frente con el suelo. La agilidad de los Baskertiell es conocida en el mundo entero y por ello en un visto y no visto estaba yo auxiliando a la dama. ¡Qué educada fue! ¡Cuán sinceros sus elogios! No puede un caballero sino sentirse realizado cuando una dama le da las gracias tan efusivamente como ella tuvo a bien de hacer.
Una vez resuelto el truculento asunto del traspiés, la señorita en cuestión acertó a continuar con su itinerario, y yo pude volver en paz a mi asiento. Esto nos lleva al momento actual, el frío continúa siendo insoportable y no puedo evitar preguntarme cuánto quedará para llegar a la estación…Un momento ¡¿Dónde está mi reloj?!
Me ha gustado!
Saludos Insurgentes
Buen relato ^^