✍️ Cuenta la historia de un libro mágico que se escribe solo.
La tercera noche volví a sentarme en el escritorio, cogí el libro, lo abrí y me encontré con otra nueva página escrita con tinta azul que hasta la noche anterior había estado en blanco. Todavía no me creía lo que mis ojos leían: las palabras que aparecían cada noche hablaban de mí. No, eran mis propias palabras producidas por mi mente a lo largo del día. Cuando la señora del mercadillo de segunda mano me vio sorprendida al ver que todas las páginas estaban vacías y me dijo que era un libro de autoconocimiento, pensé que se refería a una especie de diario. Pero esto se alejaba totalmente de la realidad. Sentía como si estuviese leyendo un libro de Virginia Woolf en el que yo era la protagonista, la que era analizada y observada en su interior, de la que se describían sus pensamientos más recónditos, sus emociones más ocultas, de las que ni siquiera yo era consciente.Durante esos meses leí sobre mí, me escuché, intenté entenderme y no justificarme; y al mismo tiempo que yo iba aprendiendo a estar más atenta a lo que pasaba por mi cabeza en el momento presente, las páginas nuevas se iban reduciendo: ya no necesitaba leerme porque sabía escucharme y conectarme conmigo misma. Entendí entonces que había llegado la hora de devolver el libro y ponerlo a disposición de la siguiente persona que lo necesitara.Había vivido sobre mi propia piel la típica frase que dicen sobre los libros: que son un espejo hacia tu mundo interior, que te ayudan a conocer tus sueños, tus deseos, tus miedos y frustraciones. Y en este caso, no podía ser más literal.