Forja de las letras
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Estamos en la calle Cervantes de Madrid, cerca del Congreso de los Diputados y del Museo del Prado. A la derecha Quevedo y a la espalda Lope de Vega. Es el barrio de Las Letras.
Y Soledad Garnero, la librera de La Forja de las Letras, confiesa que lo suyo ha sido «una aventura quijotesca».
No sabemos si Soledad se refiere a ese realismo existencial del que está impregnada la obra de Cervantes y que nos viene a decir que la vida, tal cual es, no es suficiente. Que se necesita algo de ficción para ser verdaderamente real.
Quizás por eso la librera de La Forja de las Letras confiesa que «hay que creer en los libros, ellos te hablan y, además, tienen magia». Todo comenzó en noviembre de 2016. Llovía, paseaba por el barrio de Las Letras y vio una luz, un local y un cartel: «Se alquila».
Días después el cartel desapareció y dentro del local estaba una soñadora que todos los años le pedía a los Reyes Magos cuentos y libros y que había hecho realidad un sueño que tenía desde muy pequeña en su Argentina natal.
Soledad se había forjado, profesional y personalmente, en el mundo editorial. Empezó desde abajo. Preparar paquetes de libros en una distribuidora, trabajar en la Feria del Libro de Alcalá y dirigir una librería.
Pero ella sabía lo que quería y era consciente de que tenía que dar un salto en el vacío. Ese salto que un día ejecutó para atravesar el charco y colocarse en Madrid. Soledad dejó la comodidad de una nómina y dio riendas sueltas a su sueño.
Y ahora, cómo llamarla. Todas las librerías tienen un nombre. Ella unió amor, por Arturo Barea y «La forja de un rebelde», con una realidad: el barrio de Las Letras.