Saludó cortésmente a una pareja que conocía del vecindario y abandonó el local con el aire campechano que le caracterizaba. El mes de abril se abría paso sin miramientos, con esa descomunal energía que se lleva por delante las últimas bocanadas de un largo invierno. Las parejas de jóvenes tejían sus empalagosos niditos de amor en cualquier banco, mientras los golpes secos de los balones se multiplicaban y el sonido del papel de aluminio amenizaba las jornadas vespertinas, a la hora de la merienda. Todo olía a primavera, olía a decenas de aromas que convergían, olía a...
—¡Mierda! ¿Todo me tiene que salir mal?
Un par de señoras contuvieron la risa, fingiendo que no habían contemplado la escena. Pero Mateo sabía que aquel era el preludio de una tarde de cachondeo a su costa.
—Pero ¿dónde tengo los pañuelos? Folios, folios y más folios. —Mateo estaba cada vez más irritado. Las gotas de sudor trazaban varios caminos por su frente. No miento si digo que las más inquietas ya bajaban atrevidas por su nariz, poniendo a prueba la paciencia de Mateo.
—No me queda otra —se dijo a sí mimo con resignación, y se dispuso a limpiar la boñiga con el borrador del último relato que presentó a concurso.
Lo que no sabía el hombre era que, a la otra parte del parque, la joven Carla se llevaba a Mateo en sus retinas, buscándole un lugar privilegiado dentro de su opera prima, a la que tituló: «La mierda oportuna». Mateo pasó la tarde buscando la manera de dejar impoluta la suela, consumiendo uno tras otro todos sus relatos, sin saber que jamás llegaría a ser escritor; pero sí el protagonista de una disertación que marcó un antes y un después en la relación del ser humano con la mierda.
Muy buen relato!
Esta historia me recuerda a una conocida, que sin saberlo fue la protagonista de la historia que escribió un amigo. Tal vez algún día lea su libro y se de por aludida o una noche de borrachera se lo cuente yo. Hay muchos personajes reales y anónimos en los libros
Mucha mierda, se dice en el teatro... Antiguamente los carruajes dejaban a los espectadores en la puerta del teatro... Si había mucha mierda es que había habido mucha afluencia... De ahí la expresión ¡Mucha mierda!
Quién sabe igual tu protagonista es un gran escritor.
Me ha encantado.
Saludos Insurgentes