«Amor de trinchera»

Ella camina con paso firme, pero, entre sus manos, tiembla su fusil. 
Él espera el ataque, con las manos desnudas, arrodillado en el suelo.

Una ejecución pública, es lo que piden para demostrar quién tiene el control de la situación; y debe ser ella quien lleve acabo el acto, o, de lo contrario, será juzgada por traición.

Lo que nadie sabía era que, entre ellos, había trascurrido una historia que habían luchado por mantener en secreto.
Un niño palestino rogaba ayuda, pues tenía una herida de bala en la pierna. La joven soldado, no pudo ignorar el dolor de esa inocente criatura y se sintió culpable por ser causante de esa pena; así que, decidió curarle para que tuviese la oportunidad de huir.

Un soldado palestino encontró la situación, al principio defendió al pequeño con hostilidad, pero, cuando vio que, en verdad ella sólo trataba de ayudar, bajó su arma.
Se debatía entre entregarla a sus superiores, matarla él mismo, o dejarla marchar.

Quedó encandilado con la negrura de la mirada asustada de la joven, y, en ese momento de debilidad, la reconoció.

Ellos se habían conocido antes de alistarse en el ejército, estudiaron juntos en Londres, fueron buenos amigos, y, en esos momentos, se encontraban en bandos enemigos.

  "Vete, no quiero hacerte daño..." Él se atrevió a darle la espalda.
  "Lo siento..." Susurró ella con un hilo de voz.

Entonces él, sin poder reprimir los sentimientos que aún guardaba hacia ella, le dio un apasionado beso; así fue como comenzó ese amor de trincheras, seguido de encuentros furtivos, pensando en cómo frenar aquella hostilidad.

Hoy, ese amor camina sobre la cuerda floja, pues la joven debe decidir...
¿Patria o amor?
¿Egoísmo o justicia?

  "¡No!" Tiró su fusil al suelo. "No será mi mano la que arrebate su vida."