No sonó la bocina para avisar del final de la jornada, sonaron bombas.
Javier miraba incrédulo por la ventana. Cuando fue consciente salió hacia la calle para ponerse a salvo e ir en búsqueda de Pol, en el aparcamiento encontró lo que quedaba de su coche, retales que seguían ardiendo.
Sin tiempo para detenerse comenzó a correr, se detuvo pocos metros después al sonar su móvil, era Pol.
Hablaron unos minutos compartiendo la pesadilla, corroborando que era real, quedaron en casa para esconderse juntos en el sótano y esperar hasta que el horror finalizara.
Ambos corrían esquivando a su paso cuerpos inertes.Se detuvo Pol para llamar a Javier pero cuando se dispuso a hacerlo recibió el impacto de una bala.
Fue lo suficiente doloroso para hacer que cayera el teléfono al suelo, gritar y salir corriendo sin mirar atrás, en el suelo el aparato realizó la llamada que recibió Javier quien solo escuchó ruido estruendoso pero no la voz de su amor. Esto le hizo enloquecer por un instante, pronto se repuso y siguió la carrera, tenía que llegar cuanto antes a casa, a Pol.
Le detuvo en su camino un soldado de las tropas invasoras, con intención de hacerle entrar a una camioneta, objetivo que no logró pues Javier, que nunca había usado la fuerza para hacer daño a nadie agarró una barra de metal y de un golpe en la cabeza le dejó el suelo.
Estaban a pocos metros de encontrarse, a escasa distancia de abrazarse..
Y eso pasó, llegaron a la par, se besaron con más fuerza e intensidad que las propias bombas.
Fue un instante antes de que una de estas bombas detonara a su lado haciendo estallar todo, dejando restos de un amor esparcido por el aire y una promesa cumplida, encontrarse, aunque fuera por última vez.