Clic, clic.
Mis tacones repiquetean por el frío pasillo del búnker mientras sigo a los miembros del ejército, totalmente ajenos al hecho de que estoy aquí para ayudar a escapar a mi compañero, camino al punto de encuentro. Ellos creen que soy una mera traductora que va a transmitir a mi homólogo en el otro bando la oferta para que se rindan. Nada más lejos de la realidad.
Cuando llegamos a la sala, mis ojos van a parar a los suyos, grises como el acero. Leo en su mirada que no contaba con mi presencia aquí y que quiere que me vaya lo más rápido posible. Y lo haré, siempre y cuando él venga conmigo, para lo que tengo que echar a andar mi plan. Apenas tomamos asiento, me dirijo a él en ruso, idioma que solo dominamos los dos en la sala.
-Antes de que me sermonees, tienes que saber que todo es una estratagema. He venido a sacarte. Creen que te estoy proponiendo una especie de alto al fuego, aunque su plan es atacar igualmente. Diles la verdad, no perderán el tiempo en dar la señal de alarma.
-Estás loca. Solo conseguirás que nos maten. ¿Merece la pena correr el riesgo?
Asiento. Si todo sale bien, desde fuera podremos ayudar a poner fin al conflicto por medio de la diplomacia. Se vuelve hacia los soldados y les traduce el ultimátum. Tal y como esperaba, sacan sus armas y atacan a los hombres que me acompañaban. Aprovecho el caos para tomar de la mano a mi pareja y correr hacia la salida. Mi acción ha acabado con un par de vidas, pero salvará miles. Nosotros volvemos a estar juntos y sé que así somos más fuertes. El uno al lado del otro podemos con todo, incluso una guerra.