La nieve caía con lentitud, el exterior agonizaba de frío, mientras la chimenea ardía como mi corazón al leer aquel libro que tanto amaba.
A pesar de leerlo una y otra vez, las emociones revoloteaban en mi interior como el primer día. Eran por él, ese personaje que tanto amaba, que me enamoró desde el primer día.
Cerré el libro con una sonrisa mientras cerraba los ojos para procesar esa parte tan emocionante donde sus palabras eran pura candela para mi alma.
…
Ahí estaba él, con su cabello ondeado por el viento, sus ojos brillantes por la luz de sol, era más bello de lo que jamás había imaginado.
Me acerqué nerviosa, le toqué el hombro e instantáneamente se dio la vuelta mientras me sonreía con dulzura.
—¿Puedo ayudarte? —dijo con calma.
Quería decirle que le amaba, que sabía todo de él y que quería estar a su lado.
—Soy nueva en la ciudad y no sé muy bien como orientarme. —susurré perdida en su mirada.
—Entiendo… permíteme guiarte por la ciudad. —sonrió dejando ver sus hoyuelos, tomó delicadamente mi mano mientras me llevaba por el paseo de la ciudad.
Todo estaba como el libro que había leído miles de veces describía, los árboles, las diferentes cafeterías y aquella librería donde los protagonistas se conocen por primera vez
Fue extraño el momento en el que me montó en su coche y me llevó por el bosque hasta una cabaña, y es que había olvidado que el libro que tanto amaba... era de asesinatos.
Hace semanas que estoy atrapada entre las páginas de esta novela, el ciclo se ha repetido varias veces al igual que mi presunta muerte, pero por fin he logrado saber como escribir entre ellas para pedir ayuda.
Ayúdame a salir de aquí, por favor.
Saludos Insurgentes