Nunca amanece. Se asoma por la ventana pidiendo a cada una de las estrellas fugaces que traigan de vuelta al Sol. Pero nunca amanece. Y ya no sabe cuánto más será capaz de contener esa luz sonrosada que le nace en los pulmones y amenaza con escapar en cualquier suspiro. Está embriagada de noche, pero nunca amanece.
Cuando ha perdido la cuenta de los minutos de oscuridad que han transcurrido desde el último rayo de luz, el segundero abandona su estridente tic tac, y atravesando el cristal del reloj que lo mantiene preso, comienza a levitar por la habitación convertido en un mirlo. Aurora lo mira ojiplática- "Tiene que ser un sueño", se dice a sí misma con la seguridad de aquel que no sabe nada.
-¿Es que vas a quedarte ahí?-pregunta el oscuro pajarillo
-¿Es esto un sueño o es que estoy loca?
-Sígueme y encontrarás tú misma las respuestas. Yo no tengo mente para pensar ni alma para sentir. Pero tengo alas que podrán llevarte lejos, allá donde podrás encontrarlo todo si no buscas nada.
Y de repente, un intenso espiral destellante rodea a Aurora, empequeñeciéndola, hasta convertirla en alguien capaz de volar a lomos de un mirlo.
El misterioso nuevo amigo alado de Aurora se aproxima a toda velocidad hacia la ventana, que ahora es un espejo, y lo atraviesa. Al otro lado del espejo todo es color. Rojo cereza. Azul eléctrico. Verde esmeralda. Aurora cierra los ojos deslumbrada por tanta intensidad lumínica. Un dicharachero arlequín multicolor llega a recibirles.
-Tenga señorita Aurora, con esto podrá ver mejor. Que curioso que a veces el exceso de luz nos ciegue ¿verdad? -dice el arlequín mientras ofrece unas gafas de sol con la montura en forma de corazones a Aurora
-¿Qué es todo esto?-pregunta confundida
Pero el arlequín se va mientras salta alegre y jovial por este extraño mundo que parece sacado de la sesera de Lewis Carroll.
-Las respuestas que más se anhelan nunca brotan de ninguna pregunta, jovencita -contesta el mirlo mientras vuelve a cargar a Aurora para seguir con tan curioso tour
Sin duda las gafas le han sido de mucha utilidad porque este extraño lugar parece encontrarse dentro de un arcoíris que se expande y se expande. Desde el lomo del mirlo Aurora se queda sin palabras contemplando toda la gama cromática que se encuentra bajo sus pies. Hay colores que ni siquiera sabe nombrar, y criaturas inexplicables. Tras casi una hora de silencio, el mirlo vuelve a hablar.
-Ahora que no lo preguntas, podré responderte. Este es el país que nunca brilla, jovencita. Todo esto que ves es posible porque tú has llegado. Antes todo esto era un inmenso jaspe negro y volverá a serlo cuando te marches. Pero debes volver, debemos volver, porque no hay mañana sin Aurora.
Entonces, a toda velocidad, el mirlo atraviesa el espejo, que antes era ventana, y ahora cristal de reloj.
Tic tac.
Aurora vuelve a casa,
sale a la calle,
y se hace de día.
Magnífico relato metafórico!
Saludos Insurgentes