«Beltaine»

Aquella noche el viento soplaba con fuerza. La aldea parecía un lugar abandonado, con las calles vacías y las chimeneas sin humo.

En medio de la oscuridad, un grupo de hombres se acercaba a la aldea. Portaban capas oscuras cubriéndoles hasta el rostro, y caminaban con paso firme a pesar del frío y la nieve.

Los lugareños les vieron llegar con temor. Nadie sabía quiénes eran ni de dónde venían, pero algo les decía que no eran seres comunes. De pronto se detuvieron en el centro de la aldea y miraron a su alrededor, como si estuvieran buscando algo o a alguien en particular...

— Hola, Beltaine. Hemos venido a ayudarte.

— ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?

— Yo sé muchas cosas. Sé que has pasado por momentos difíciles y que has estado sola durante mucho tiempo. No temas.

— ¿Qué quieres decir? ¿Cómo puedes ayudarme?

— Mis amigos y yo tenemos habilidades que nos permiten controlar el clima y la naturaleza. Nuestra misión es proteger a la aldea de cualquier peligro durante el invierno.

Beltaine quedó paralizada, y antes de que pudiera articular palabra, aquel hombre le contó que eran las almas de los que murieron de frío en inviernos pasados, y que regresaban durante esta época del año para proteger la aldea. Para hacerlo, necesitaban incluir en el grupo a una persona que hubiera nacido en ese lugar, y ella había sido la elegida.

Beltaine se desvaneció, y cuando volvió en sí, se encontró en un paraje desconocido, rodeada de hombres misteriosos que, como ella, llevaban capas oscuras que les cubrían hasta el rostro.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
— Moriste de frío el último invierno. Ahora formas parte del grupo y es momento de buscar otra aldea que proteger.