«Compañeros»

Sabía que era su última oportunidad, sus padres y sus hermanos habían sido capturados, solo quedaba él en libertad y las fuerzas de seguridad estaban a punto de atraparle.
Aún había una posibilidad, un amigo le había hablado de una zona de la valla donde había una pequeña abertura y poder pasar la frontera, solo tenía que trepar unos metros y colarse por un agujero mínimo, pero suficiente para su cuerpo pequeño y delgado.
Tuvo que dar un rodeo que le pareció interminable para despistar a los guardias y, cuando por fin estuvo delate de la valla, reunió todo su valor para subir y colarse por el agujero. Lo consiguió, cruzó al otro lado y, poco después, llegó hasta la parte trasera de la pequeña cárcel donde custodiaban a su familia.
Agazapado, tuvo que esperar unos minutos a que los guardias se distrajeran, por fin vio cómo se alejaban unos metros y pudo llegar hasta la prisión en completo silencio. El silencio se transformó en un estallido de alegría cuando, liberados, todos los presos salieron de la cárcel gritando y chillando.
Los guardias no daban crédito, trataron de perseguirlos, pero no había tiempo para más, ya estaba sonando el timbre que anunciaba el final del recreo.