«El cumpleaños de Kreso»

Cumpleaños de tercero en un parque de bolas. Los críos terminan de merendar y Kresimir y yo rapiñamos un par de bocadillos de chorizo y compartimos un refresco de naranja sentados en unas sillas ridículas para nuestra estatura. 
Sabe que me gusta escribir y me cuenta una de sus batallas cuando cree que nadie nos escucha. 
"Volvemos a casa en blindado después de guerra, cuenta con la misma voz grave y el acento característico de todos los futbolistas croatas que salen por la tele. Desde arriba, sargento ve vieja serbia en puerta de casa con manos bajo delantal. No hay nadie en calle. Sólo nosotros y ella.
Entonces sargento manda parar carro y pregunta:
-¿Qué escondes vieja? 
Pero vieja no responde. 
Sargento insiste apuntando con AK47 pero vieja no contesta ni saca manos del delantal. 
-Vieja, dinos lo que escondes o te disparamos. 
La vieja nos mira con odio pero no levanta manos. Nosotros intentamos calmar a sargento. Guerra ha terminado, decimos. Vamos a casa y deja a vieja en paz, pero sargento sigue encañonándola desde distancia. 
Entonces, en un momento dado, dispara ráfaga, tump, tump, tump, y vieja salta por aires al explotar granada antitanque que tenía bajo delantal. 
Aquel día volví a nacer"
Una madre escandalizada  ofrece un poco de tarta para que cambiemos de tema no vaya a ser que nos oigan los críos. 
-No, gracias. Estoy lleno - respondo levantando la palma de la mano pero Kresimir agarra el plato y me dice muy serio:
-Nunca rechaces comida. Tú coge y luego reparte. No sabes cuándo volverás a comer. 
Kresimir entorna los ojos, mira cómo juega su hijo y bebe otro trago de fanta con agua pensando quizá, que si no fuera por aquel sargento, hoy su hijo no cumpliría ocho años.