«El día que soltaste mi mano»

Una vez pensé que: corazón roto,
era tan solo una expresión para novelas y poemas de amor
pero fue un lunes soleado que descubrí
que yo era la equivocada cuando te perdí.

Yendo hacia el hospital,
contemplé el paisaje
los árboles sin hojas y el césped seco,
sin pensar que, ya nada, volvería a ser igual.

Saludando al guardia y a la doctora,
a tu habitación acudí
dormías en tu cama tranquilo,
pues ya nada podías sentir.

Te saludé y te abracé,
sin saber si me escuchabas,
pero se había vuelto una costumbre
que jamás pensé en romper.

Un nueve de Noviembre,
hace ya más de dos años;
fue cuando el destino decidió apartarte de mi lado
y lo que pensara poco le importó.

¿Cómo puedo recordar con tanta precisión ese día?
¿Cuándo lo que hice ayer ya lo olvidé?

La enfermera entrando en la habitación,
informándonos que nada más podían hacer;
tan solo quitarte el respirador
que te mantenía en este mundo sin dolor.

Negarme fue lo primero que pensé,
pero la decisión no era mía,
lo cierto es que era tuya
y en ese momento te odié.

Sabía lo que querías
así que mi voz fue tuya;
pronunciando palabras,
que jamás superaré.

Tu mano izquierda tomé,
apretándola con fuerza
deseando algo que jamás logré.

Tu respiración se volvió más débil,
Y mis nervios aumentaron,
sintiendo que se acercaba el momento,
momento para el que no me prepararon.

Entonces lo sentí
junto el pitido de las máquinas,
tu pecho dejó de subir
y mi fuerza perdí.

Cayendo al suelo grité,
sin que me importase quien me escuchase,
pues el dolor fue demasiado grande.

Inhumano diría yo,
pues no hay palabras para describir,
la herida que se abrió ese día
y, tanto tiempo después, sigue sin dejarme dormir.

Mi mundo se detuvo,
mi mundo se rompió;
Y a pesar de eso, aún era inconsciente
de lo que estaba por venir.

¿Consuelo? No lo hubo.
¿Paz? Aún la busco.
¿Dolor? Se niega a abandonarme
igual que la ira que crece día tras día.

Me convertí en una sombra,
no por elección ni voluntad
aunque eso es algo que muchos parecen no aceptar.

Veintinueve años contigo en este mundo
un mundo al que ahora veo hostil y roto
justo igual que mi corazón que no supera tu ida
por mucho más que lo intente cada día.

¿Mi pequeño consuelo?
que estuve contigo desde el principio hasta el fin,
agarrando con fuerza esa mano
de la misma forma que tú lo hiciste desde el día que nací.