Juanotamartorella

«El vaso»

353 palabras
2 minutos
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Reescribe, con tu estilo e imaginación, alguna peripecia del principito.
Volvía a estar vacío. Lo levanté a la altura de mis ojos, con la esperanza de que si miraba lo suficientemente cerca, el vaso volvería a estar lleno. Pero no, por mucho que acercaba el trozo de cristal a mi puntiaguda nariz, el líquido seguía sin aparecer.

Supongo que si hubiese estado un poco menos ebrio hubiese sentido las miradas de desaprobación y vergüenza, de esas que se lanzan por sobre el hombro, que mis entrañables compañeros de taberna me dirigían. Pero uno se acostumbraba, la humillación se desvanecía bajo el peso de la segunda copa y solo restaba la tranquilidad, la paz del olvido.

Pero ese día fue diferente porque detrás del cristal tintado un muchacho, desfigurado por la ondulación del vaso, me devolvía la mirada. Una mirada ingenua, inocente, hasta un punto curiosa. No había rastro de desaprobación, ni vergüenza, ni tan solo de superioridad, solo un atisbo de incomprensión.
Note como algo se rompía dentro de mi, recuerdos volvían a torcijones a mi mente, los intente bloquear. Desesperado ante mi fracaso, levante urgente la mano hacia el camarero. Más imágenes, fragmentos se resolvían furiosos, y todo por culpa de esa bufanda amarilla.

Cerré los ojos preguntándome como alguien tan experimentado podía haber sucumbido de esta manera. Pero para cuando los volví abrir, ya más calmado, el vaso seguía vacío encima de la mesa y todo hubiese vuelto a la autodestructiva rutina si no hubiese sido por la capa azul que se asomaba con despreocupado atrevimiento por detrás de la mesa.

¿Era real? ¿O me había descontado con las bebidas y ya empezaban las alucinaciones? Alargue la mano para palpar esa entrometida ilusión, pero no llegue a comprobar su existencia, porque todas mis dudas quedaron sepultadas por su pregunta:
- ¿por qué bebes?
Mente en blanco. Solo restaba el eco de sus palabras. ¿Por qué bebo?

Y no vino ninguna respuesta a completar esa pregunta lanzada a l'aire. ¿Se me habría olvidado? Seguramente.
Pero que sabría él del mundo de los adultos si era solo un niño; él no lo podía comprender. Así que respondí un escueto y ranció:
- Para olvidar
Juanotamartorella
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4 historias publicadas.

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elinsurgentecalleja
23 mar, 09:42 h
Relato lleno de originalidad, que invita a reflexionar.
Bien narrado y estructurado.
Saludos Insurgentes
Dissonanz
23 mar, 22:17 h
Me gusta mucho que hayas escogido el punto de vista del bebedor, que bebía para olvidar que tenía vergüenza de beber. ¡Uno de los mejores personajes del libro!
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