«Ellos»

Han llegado imperceptiblemente otra vez, sigilosos y silenciosos. Ellos, cubiertos de su capa de hielo y reptando por la nieve, arrastrando una oscuridad lánguida en los cielos. Sus bocas túneles profundos donde habita un frío helador que lo  invade todo. Sus dientes angulosos desgarran la calidez de los hogares. Un vacio inexcrutable avanza como un barco velero a la deriva. Esas figuras de hielo como serpientes enormes se esconden bajo la nieve, para luego salir de improviso y atrapar su presa despistada que engullen con avidez.
Los habitantes del pequeño pueblo que reciben esa inesperada visita atemorizados salen al bosque con antorchas en esa noche eterna,  para dar caza a semejantes seres. Ellos al sentir el fuego abrazador de las antorchas emitian  unos gritos agónicos que helaban la sangre y huían despavoridos retorciendose de dolor por sentir sobre su piel hélada el calor del fuego, poco a poco emana de ellos agua que lentamente inunda el bosque formando una laguna negra como la brea donde unos sapos malolientes  saltan hasta la orilla, son cientos que tratan de.subir  a los pinos para evitar ser cazados.
Pero la jauria de  perros feroces desgarran su carne dejando un regero de sangre en la nieve.
Algunas de las serpientes héladas se refugian en el interior del bosque en una cueva profunda infinita como el universo y donde esperaran como aletargadas  a una nueva ocasión. Fuera la nieve cae insesante y sin pausa. ¡Ah Blancura cegadora del invierno ! Un leve soplo de luz malva renace por el Este  dentro  de esa  oscuridad nocturna  y amanace sobre ese paisaje solitario y silencioso.
Los cazadores se retiran. La caza a terminado  y una vez más  Ellos, esos  engendros  no han ganado la batalla, han sido otra vez  derrotados. El.miedo ha desaparecido.