«En el principio»

Se hizo la luz. Se sintieron. Y las dos hojas filiformes se lanzaron la una hacia la otra y cayeron enlazadas al vacío transformadas en mariposa. Se posaron al lado de la fruta madura.La tierra se movió agradecida y las cubrió a todas en un santiamén.
Después del pasar de muchas lunas y muchas aguas, la fruta fue semilla y después árbol.Y tan árbol fue que no había otro cómo él: poderoso, sabio, lleno de salvia.
Un día, Ella -esplendorosa, felina, milagrosa- se sentó debajo y dejó que la luz la acariciara a través del tamiz de las hojas.Éstas le regalaron el oído con historias lejanas y curiosas, excitantes y peligrosas, cuentos y leyendas.Y Ella agarró la nueva fruta y la probó con curiosidad y deseo.Los labios sobre la fruta, acariciando antes de morder. El sabor desconocido, hecho agua en su paladar.
Cuando Él llegó, la encontró tumbada a la sombra. Comprobó que siguiera respirando, que no estuviera febril y analizó la situación. Ella había probado la Fruta y ahora estaba deliciosamente adormilada.El resultado del examen fue satisfactorio. Alargó el brazo, cogió Él también una fruta y la mordió racional y analíticamente.Y vio que aquello estaba bien. Así que la disfrutó con moderación y se tumbó al lado de Ella. Por alguna razón, el olor del pelo de Ella lo hizo sentir. Así que cerró los ojos y siguió sintiendo. Calor, curiosidad, ganas de descubrir. Suave, dulce, húmedo.La cara de Ella sonriendo. Su boca, abriéndose en una sonrisa. La boca de Ella, cubierta por la boca de Él.
Lo llamaron Amor y siguieron haciendo el beso un rato más bajo el Árbol.