Abrí lentamente los ojos. En mi cabeza todo daba vueltas, como si acabase de despertar de una de mis habituales noches de excesos. Sin embargo, esta vez era diferente. Había cambiado el techo de mi habitación por una arboleda frondosa que apenas dejaba atravesar la luz de los rayos de sol.
Poco a poco, fui recuperando la consciencia y comencé a sentir tanto dolor y escozor en uno de los laterales de mi cabeza que tuve la necesidad extrema de llevarme la mano al origen de mi indisposición. En ese momento, me di cuenta de que estaba atado de pies y manos y no podía moverme. Aquella situación me llevó a intentar recordar qué era lo que había ocurrido justo antes de perder el conocimiento.
Inexplicablemente, ni estaba de fiesta, ni experimentando con nuevas bebidas alcohólicas que incluir en mi excelso currículum. Me encontraba leyendo un libro que me habían regalado mis amigos por mi cumpleaños y, aunque nunca había sido muy aficionado a la lectura, aquel libro tenía tal atractivo que había conseguido engancharme por completo. Rápidamente, até los cabos necesarios para darme cuenta de que me encontraba inmerso en mi propia lectura. Lo peor de todo era que, si realmente era yo el protagonista de aquella historia, se me antojaba un futuro muy, pero que muy oscuro.
Solo podía hacer una cosa si quería continuar con vida. Tenía que conseguir escapar de aquellas cuerdas que me mantenían preso y huir de aquel lugar cuanto antes. Sin embargo, debía trazar un plan completamente diferente al del verdadero protagonista del libro o estaría abocado a correr su misma suerte.
Pronto lo tuve claro. Aquel guardia bajito que me vigilaba sería fácil de sobornar y, una vez liberado de mi mordaza, encontraría algún aliado que me acompañase en mi huida.
Narración breve y concisa
Saludos Insurgentes
Saludos