La brisa mece las flores y acaricia nuestros cabellos. Puedo escuchar el mar al fondo del acantilado golpeando las afiladas rocas en su eterno baile de desgaste. A lo lejos Clare Halliwell permanece inmóvil, pero todo indica que estaba dirigiendo sus pasos hacía mí, sin embargo, cuando observo con más detenimiento descubro sus verdaderas intenciones. Su mirada me pasa de largo y se posa en Vivien Lee. Desde lo alto del acantilado Vivien permanece sentada en la hierba viendo aproximarse a Clare. Yo presiento lo que va a ocurrir estoy llegando al desenlace y me temo lo peor. Quiero correr hacía la obstinada Clare y decirle que abandone su cometido que recapacite, pues solo actúa así por celos, por el puro placer de torturar a Vivien amenazándola con contarle todo a Gerald. Intento avanzar ir hacia ella, pero de repente la distancia se vuelve enorme entre nosotras, entonces me giro y lo intento con Vivien, pero el camino comienza a estirarse como si fuese de plastilina, por cada paso mío el camino crece el doble. Desesperada le grito con todas mis fuerzas le pido que se vaya, pero no repara en mi presencia, soy incapaz de modificar la escena.
Entonces una voz calmada, pero contundente me dice.
―No puedes cambiar lo que ya está escrito, simplemente no puedes intervenir. Cuando vuelvas a tomar el libro entre tus manos y continúes leyendo todo se desarrollará de la misma manera que lo he pensado. Tú solo estás aquí como una mera espectadora. Si quieres escribir tienes que vivir cada momento intensamente, y sobre todo lee, no dejes de leer nunca. Entonces la voz de Agatha se desvaneció.
Cuando logré deshacerme del sopor volví a retomar la lectura, y viví y leí intensamente.
Saludos Insurgentes
Saludos