Desperté después de un viaje eterno, quizás corto por el breve destello; observé a mi alrededor y solo miraba mi rostro en millones de espejos temporales.
Esclavo de esta intensidad mental poco a poco comencé a entender el ¿Porqué? de mis constantes alucinaciones; era más fácil de lo que imaginé.
Sigo en el laberinto avanzando en medio de la catarsis de emociones, a través de sus propias reacciones; todo parece menos complejo, menos difícil junto a él.
Miradas que se cruzan, imágenes que aún siguen allí son el aliento para no decaer en este nuevo intento donde juntos nos fundiremos trazando aquel destino que un día perdimos.