Buenos y galácticos días desde la cabina de retransmisión espacial de los JJ.OO Vía Lácteo. Les informamos que hoy es la final de la carrera robótica para ascender al pódium intergaláctico. El ganador será beneficiario de un cuerpo de quinta generación, dotado de los más selectos adelantos tanto físicos como psicológicos, capaz de retener recuerdos de larga duración y optar a una cápsula hogar más grande y acomodada con las últimas novedades en vida superrobótica.
Vemos a los dos aspirantes: Z23 Y K5 fueron los únicos que lograron llegar a la meta en la difícil semifinal que se vivió ayer, colocados en sus respectivos puestos, esperando la señal de salida.
El juego comienza, son tres vueltas completas hasta llegar a la línea de meta, en las que hay nuevos obstáculos: saltos de vallas colgantes, zig zag en cuerdas de fuego y ascensos propulsores antes del sprint final. Pasada la primera vuelta y superadas todas las vallas, los corredores van en total sintonía de movimientos, tanto que…, si sí me confirman desde abajo que van… ¡cogidos de la mano!, y el estadio salta en llamas mientras que de ellos saltan chispas, es la primera vez en siglos lunares que dos corredores se ayudan a superar los obstáculos. ¿Lo que veo es amor? El tiempo corre en su contra. Sólo uno podrá ganar.
En la última vuelta, justo después de la primera propulsión, K5 pierde su pierna y con ella el líquido licuoso de sus articulaciones inferiores, es el fin para él, no puede continuar.
Se paran los dos en la curva, Z23 agarra por la cintura a K5 que cae al suelo, nadie los escucha pero su imagen sale en todas las pantallas:
—Gana la carrera, por tí y por mí. Vas a tener memoria y recuerdos. ¿Me buscarás?
—Te lo prometo mi amor.