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Entonces, algunos hombres empezaron a no volver a casa después de ponerse el sol. Desaparecían sin dejar rastro. Otros, volvían con un brillo distinto en sus ojos y con oro, que decían haberse encontrado pescando. Fuera lo que fuese, algo raro estaba ocurriendo con los hombres. Algunos comentaban que habían visto a tres damas de inusual belleza merodeando por la zona, claramente forasteras, vestidas muy ligeras de ropa y que se diferenciaban de las demás mujeres porque tenían cola de vaca y que si no las obedecías, te mataban.
Aquel día, Jarko se propuso encontrar a su padre. Dos semanas desaparecido eran demasiadas para él, su madre y su hermana.
Al llegar al lago, había una mujer de espaldas, arrodillada en el suelo, bebiendo agua helada. Estaba completamente desnuda, por lo que vio como una cola de vaca le salía de la parte baja de la espalda. Quiso quedarse quieto pero, al dar el último paso, la mujer se giró. No parecía tener frío ni sorprenderse por su presencia. Se levantó y se dirigió hacia Jarko, sinuosa. Quería acostarse con él allí mismo. El chico, que no tenía más de quince años, le dijo que no era buena idea. La Huldra furiosa, intentó arrancarle los ojos con sus largas uñas, pero Jarko le cortó la cola de un tajo con el hacha del pescado y la fiera murió desangrada. Entonces corrió hacia la aldea a contar lo sucedido para acabar con las otras dos Huldras.
Una historia diferente, enhorabuena.
Saludos Insurgentes