«La Farmacia Uffizi»

Lucca cursaba su último año en la universidad y le contó a su abuelo como en la actualidad a través de un ordenador podían ver la medicación de los clientes para dispensarla correctamente. Su abuelo, el nonno Marco le comenzó a relatar como funcionaba la farmacia en la que trabajó. Su nonno Marco aprendió el oficio en una botica en el centro de Florencia, en la Via dei Neri, la actual Farmacia Uffizi. Le dijo a su nieto que entonces eran otros tiempos que no había tantos medicamentos ni tantos laboratorios que ofrecieran la misma medicina en diferentes formatos. 
-Antes no ibas al médico, lo primero que hacía la gente era acudir a nosotros, nos relataban su dolencia y nosotros les dábamos el medicamento que más se ajustaba a su necesidad.  Ofrecíamos fórmulas magistrales. Yo era conocido en el barrio por mi buena mano para las dosis de cada paciente. Venían desde otros puntos de la ciudad. En una ocasión un sábado a punto de cerrar, entró un hombre. Me preguntó si había alguien más en la farmacia le respondí que sólo estaba yo y estaba por cerrar. Me preguntó si yo era Marco Uffizi el mancebo que preparaba las fórmulas magistrales y asentí con la cabeza. Se trataba de un médico que necesitaba un medicamento para el dolor que le producía una antigua herida de guerra. Le hice unas preguntas para que me describiera la intensidad de su dolor, su peso, altura, si se trataba de un dolor muscular o de los huesos. Fui anotando sus respuestas. Le pedí que esperase. Tras quince minutos salí de la rebotica con un preparado específico para él. El lunes regresó para agradecerme mi dedicación, ya que había conseguido reducir su dolor notablemente. Entonces mi jefe le puso mi apellido a la farmacia.