Los wantrops estaban listos para la llegada del invierno, tras meses de duro trabajo habían conseguido una excelente cosecha, graneros repletos de frutos y animales bien alimentados para proporcionarles comida durante el duro invierno que se avecinaba. Según los viejos sabios de la aldea, éste sería el más gélido de las últimas seis décadas.
Y el frío llegó y las temperaturas sufrieron bajadas tan bruscas que con la llegada de los primeros hielos llegaron también unos seres hasta ahora desconocidos.
Sucedió la segunda noche en la que el frío era tal que ni las chimeneas podían mantenerse encendidas. Un ruido atronador y un fuerte movimiento de tierra sorprendió a los habitantes de la aldea. Cuando, alertados por la curiosidad y el miedo, salieron de sus casas no pudieron creer lo que veían, seres gigantes cuya piel era blanca, resaltando el tono azul celeste de sus ojos.
Los wantrops, aterrados, volvieron al interior de sus casas y allí pasaron la noche esperando que algo terrible pasara... Pero lo único que sucedió fue que sus termómetros marcaron un ascenso de las temperaturas y las brasas de sus chimeneas volvieron a avivar sus fuegos.
Por la mañana, y con el miedo aún en el cuerpo, oyeron una voz fuerte y ronca.
̶ No temáis aldeanos, no venimos a haceros daño. Nuestra supervivencia depende del frío extremo, por eso estamos aquí, necesitamos absorber el hielo.
Fuebelix, el más antiguo de los viejos sabios, se atrevió a salir.
̶̶̶ ¿Fuisteis vosotros los que provocasteis la subida de temperaturas y permitisteis que el calor del fuego volviera a nuestros hogares? ̶ Preguntó.
̶ Así es, amigo mío. ̶ Respondió el gigante.
̶ Sed bienvenidos a nuestra aldea, encontremos la manera de compartirla en agradecimiento a vuestro buen hacer frente al invierno.
Y así fue como wantrops y ice giants comenzaron su hermandad.
Ojalá la vida real fuese tan magnífica.
Me ha encantado esa fantasía en las palabras y una buena narración.
Enhorabuena Patricia!
Saludos Insurgentes