«La luz de su vida»

Daniela llevaba mucho tiempo esperando este momento, lo había planificado cuidadosamente, cada día estaba más cerca de lograr ese ansiado primer beso y en su mente había recreado cada posible escenario.

Se había preparado a conciencia, no iba a dejar que el miedo o las voces críticas la atemorizaran. No, esta vez no. Lo tenía muy claro. Esta vez todo iba a salir bien. Esta vez se iba a resarcir de su anterior fracaso.

Porque de los fracasos se aprende, por mucho que duelan, se repitan, sean inevitables... 

Daniela estaba convencida de que en esta ocasión lo lograría y por eso se había informado, había decidido cada elemento importante y se había imaginado cada mínimo detalle.

Había pensado en la música que sonaría en su cabeza. Había escogido un perfume de jazmín que la llenaba de alegría. Había soñado con los ojos del que sería el gran amor de su vida, una y otra vez durante los últimos tres meses.

Había ensayado muchas veces las respiraciones para los nervios y las posturas más confortables.

En su mente se había imaginado la escena con luz tenue, tomando a Julio en sus brazos y acercándolo rápidamente a su pecho para que escuchase los latidos de su corazón.

Entonces, y solo entonces, llegaría ese ansiado primer beso que le daría en la frente, justo antes de colocarlo en su vientre para que lentamente trepase a su pecho a mamar por primera vez tras el parto.

Daniela no podía imaginar un primer beso más importante que el que le daría a su bebé recién nacido. El primero de muchos, sin duda. 

Y cada vez que ese momento venía a su mente una hermosa sonrisa se dibujaba en su rostro. Sin duda sería la luz de su vida.