«La mano del destino»

Venecia estaba engalanada con llamativos colores, se respiraba un ambiente peculiar; me atrevería a decir que, esas calles, estaban impregnadas de tintes... ¿Mágicos?
Muchos transeuntes paseaban con sus mejores trajes, pero, lo más notable en esa ciudad, eran las vistosas máscaras que portaban; algunas eran cómicas, unas cuantas imitaban personajes sin perder el halo veneciano, y otras evocaban cierto tenebrismo.

Miles de personas enmascaradas, cientos de miradas cruzándose sin parar a mirarse realmente; al menos no hasta que, su mirada de zafiro se encontró con aquellos ojos gatunos.
Ella portaba un antifaz negro de encaje, un vestido color granate y tacones; él, por su parte, un frac, camisa impoluta, y un antifaz color marfil.

- ¿Nos conocemos? -Preguntó el joven.- Su mirada me resulta familiar...
- Juraría conocerle, pero... Es la primera vez que vengo a Venecia. -Respondió la muchacha; también había tintes de desconcierto en su voz.
- ¿Cómo es posible? -Cuestionó el elegante caballero.
- Puede que sea cosa del destino. -Sus labios carmín dibujaron una pícara sonrisa.

En ese instante, algo despertó; un recuerdo que se encontraba aletargado en lo más profundo de sus adentros...
Repentinamente, el tiempo pareció retroceder a la época en que, las góndolas, eran el único medio de transporte de la ciudad; allí se encontraban los dos, sin máscaras que cubieran sus rostros, jurándose amor eterno, antes de que el chico zarpase.

- Puede sonar extraño, pero... Creo que te conozco de... De otra vida. -La misteriosa enmascarada estaba atónita.
- Creí estar perdiendo la cabeza... -Se quitó la máscara, sorprendido.- Estaba pensando lo mismo...
- ¿Giovanni? -No cabía en sí del asombro mientras desvelaba su rostro.
- Donatella... -Asentía con una amplia sonrisa.- Al parecer, esos fueron los nombres que teníamos cuando nos conocimos...
- Curioso... -La joven giró la cabeza, intrigada.- Te propongo algo... ¿Y si nos conocemos de nuevo?