Levantó la mirada hacia el cielo, hoy hace un día perfecto para coger los patines y practicar varios movimientos que he olvidado, estoy algo oxidada, seguro que Martina, una de mis alumnas de la academia de patinaje me extraña, es algo tímida y no se como llevara el cambio de una nueva monitora. A la izquierda hay un grupo de niñas aprendiendo a patinar y recuerdo mis primeros pasos, mis primeras caídas, mis primeros campeonatos, mis trofeos, mis triunfos como patinadora profesional, mis derrotas también como patinadora.
Si tuviera que resumir mi vida, sería eso, hasta hace un mes, cuando nació mi preciosa hija, Lucia. Ella ha sido la única persona que ha podido hacer que me quite los patines. Pero la verdad es que extraño volver a patinar.
Dentro de dos días tengo que volver a la academia donde ejerzo como directora y profesora. Tendré que volver a cogerlos, sin embargo, no se si estoy preparada. ¿estaré en forma o estaré oxidada?, ¿podrá Lucia estar bien sin mí?, aún no he comenzado a patinar y ya le hecho de menos.
Sobre todo estoy nerviosa por la competición internacional del próximo mes, creo que no estaré a la altura. Nunca nadie me habría hablado de lo duro que es ser madre y profesional al mismo tiempo, sobre todo si eres una profesional del deporte, donde este te ocupa casi todo el tiempo, al igual que ser Madre, ambos trabajos a tiempo completo.
Lucia empieza a mirarme con una mirada tranquilizadora, como si me leyera los pensamientos, como si estuviera diciéndome mama todo saldrá bien, eres mujer, deportista y madre, eres todo eso, nada menos.
Empezamos a andar de nuevo, más firme, más seguras,estaba decidido lo quiero todo. Las madres también pueden ser deportistas, profesionales o lo que ellas quieran.