👨⚕️ Siéntete libre y cuenta una situación rocambolesca en una farmacia de pueblo. Narra en tercera persona.
Cuánta ayuda nos ha proporcionado Santiago, el boticario de nuestro barrio, con sus remedios y fórmulas magistrales. Él tenía solución para cualquier percance que pudieras tener. Además de ayudarnos, en muchas ocasiones hacía también las veces de psicólogo, ya que acudíamos a la botica y le contábamos vida y milagros. En fin, cuánta paciencia tenía el pobre hombre. Cómo os he reflejado anteriormente, Santiago tenía remedio para casi todo. Si los niños no tenían apetito, pues nos recomendaba aceite de hígado y de bacalao. Si sufríamos dolores musculares, o bien de artrosis, nos hacía un ungüento de alcohol de romero. Para las escoceduras, óxido de cinc 40. Que sufríamos del vientre, Santiago nos mandaba aceite de ricino y si además andábamos con la garganta, siempre estaban las famosas pastillas de Juanolas y el jarabe de codeína. Él, nos ha facilitado poder continuar con nuestra vida laboral, sin tener que faltar o excusarse del trabajo ciertas horas, para ir al médico en circunstancias en las que realmente no había necesidad de ello. Nos ha pesado, nos ha tomado la tensión y si en algún momento no teníamos dinero suficiente, nos lo dejaba fiado. Ya se ha jubilado y actualmente le seguimos echando mucho de menos.
Saludos Insurgentes