Cuando observas tu alrededor
puedes ver la luz y sus colores,
también algo muy demoledor,
injusticias y más que dolores.
Una niña que no tuvo escuela,
ni en su casa agua potable,
en sus pies muchas secuelas,
sin poder ser médico ni contable.
De tres partes de todo el trabajo
las mujeres hacen dos con sudor,
y la gloria es del vil iracundo
lleno de riquezas sin pudor.
Otras huyen de feas proposiciones,
malos deseos amargos y sibilinos,
fruto de las míseras imposiciones
de los que se creen muy masculinos.
Necesitamos un ingrediente
para nuestra fórmula magistral,
el de todos el más incipiente,
la dignidad sin techos ni cristal.
Algunos han asesinado la igualdad
arrojándola en un oscuro abismo,
donde intentan matar la pura verdad
vapuleando al oportuno civismo.
Nunca toleres hechos condenables
aunque se disfracen de amores,
pues siempre serán desdeñables
y realmente muy demoledores.
Nunca debieron crecer en el hogar
donde nacieron unas barbaridades,
que como el fiero y desbocado mar
inundaron los campos y ciudades.
Que no sea un inalcanzable sueño
que un marido le diga a su esposa,
lo más grande y también lo pequeño
de la inteligencia que ella rebosa.
No importa ir vestiro de Zara o Chanel,
la clave de la inquebrantable felicidad,
es escribir cada día un enorme cartel
con tinta de respeto y complicidad.
El matrimonio es como un teatro
donde los actos van sucediendo,
con telones limpios del maltrato
y en el palco, el dulce sentimiento.
No es cuestión de movimientos
ni es cuestión de aniversarios,
es la práctica de un mandamiento,
demostrar amor sin adversarios.
La educación debe ser el sarmiento
de los dulces frutos de la justicia,
para que se produzca el saneamiento
de aquellas mentes con inmundicia.
La belleza es una palabra femenina,
el respeto es una palabra masculina,
ser hombre o mujer no se determina
ni con prejuicios ni llegando a la cima.
Muy concisos y reinvindicativos, ojalá se consiga esa igualdad ansiada.
Saludos Insurgentes