El chico regresa del instituto llorando, da un portazo y se tira en el sofá desconsolado, ante la peor crisis que recuerda su abuela. Le concede unos minutos y al ver que no se tranquiliza se arma de paciencia y hace la pregunta oportuna.
—¡Anoche asesinaron a John Lennon! ¡Un loco ha disparado contra él!
La abuela no conoce a esa persona y teme la reacción del nieto si pide que le cuente quién es.
—¡Ese maldito gordo seguirá viviendo y John no volverá a componer otra canción como Imagine!
Ahora sabe que se trata de un músico. Suelta en un tono bajo que se hará justicia y telefonea a la hija mayor, siempre está al tanto de la actualidad. Parece que además es un pacifista y un idealista de los que sueñan con cambiar el mundo.
La mujer suspira, se asoma al salón y el muchacho duerme. Prepara un café bien cargado, de los que su médico le tiene prohibido y tanto le gustan. Se sienta a meditar sobre la charla que no debe demorar por más tiempo.
Su hija pequeña también era una gran soñadora. Se le llenaba la boca proclamando que era misión de todos conseguir la paz mundial y que se respetasen los derechos humanos. Ese joven, de largos cabellos y barba descuidada, terminó de confundirla por completo hasta el punto de abandonar a Martín a los pocos meses de nacer. Ellos tenían un objetivo mucho más importante en la vida que criar a un hijo, sacrificar a uno para salvar a muchos. Y allí se quedaron los abuelos, con un bebé y un montón de libros con el símbolo de la paz dibujado en las portadas. Había llegado la hora de contarle al nieto que no se puede luchar por mejorar el mundo cuando empeoras el tuyo con tus actos.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.