«Notas mágicas»

Fermín se encontraba componiendo una de sus mejores canciones, cuando aquella explosión en el bloque de al lado, acabó con uno de sus más apreciados sentidos, el oído. Estaba en un estado de tanta imaginación de notas musicales, que se negó a descansar y pensar en lo que podía haber sido aquella explosión. No le importaba nada, solo la música que brotaba de su cabeza. No escuchaba los gritos de la gente, ni la sirena de los bomberos, absolutamente nada, en cambio, en su cerebro se iban formando notas asombrosas queriendo ser escritas lo más rápido posible para no ser olvidadas.
Empezó a escribir en su pentagrama a una velocidad sorprendente, a la vez que movía su cuerpo expresando así el sonido que no podía demostrar. No obstante, su deseo era exhibir esa maravillosa canción al mundo, así que, salió al jardín y se puso a estudiar la vibración de cada tecla de su piano para sentir su sonido, escuchó la música con cada centímetro de su cuerpo. Seguidamente, colocó el pentagrama y se sentó cómodamente frente al piano, aumentó el volumen en su amplificador y, comenzó a tocar.
Unas notas mágicas comenzaron a volar como una suave brisa rozando la piel de todas las personas que caminaban por el lugar, los bomberos, la policía, los sanitarios que atendían a los heridos de la explosión, cada uno de ellos entró en una especie de trance. Milagrosamente los heridos se levantaron de los restos del derrumbe como si nada les hubiera pasado. Acababa de componer la canción más fantasmagórica que había creado nadie. La gente cerraba sus ojos para sentir mejor la música, algunos incluso se desnudaban para sentir esas notas maravillosas por todo su cuerpo. Comenzaba una nueva era musical. El mundo se convirtió en un jardín de notas mágicas.