«Paz y amor»

Veinticuatro de diciembre, la casa decorada en tonos rojo y dorado, la mantelería bordada, la vajilla de porcelana, la cristalería reluciente, los regalos perfectamente envueltos bajo el árbol, y las sillas vacías. Vacías porque no me queda nadie. Porque nadie ha podido soportar más a esta vieja que fue niña desconfiada, joven distante, esposa fría, madre indiferente. Voy a pasar mis últimas navidades abandonada por los que antes abandoné yo. No les guardo rencor, ¡faltaría más! Echando atrás la mirada, no encuentro ni un solo momento de felicidad. Escucho a la gente hablar de la alegría el día de su boda, el sentimiento de plenitud en el nacimiento de los hijos, la celebración de los logros de los seres queridos, ... ¿Qué hay de eso en mí? Absolutamente nada. Y ahora, al final de mi vida, reconozco que nunca he amado a otros ni a mí misma. Ya es tarde, no me queda tiempo para arreglar lo destruido. He preparado la casa como para celebrar una gran fiesta, pero no he invitado a nadie. Esta Nochebuena he comprendido; paz y amor. Pero mi esencia no ha cambiado.