«Por un sueldo justo»

Llegó el día de la manifestación. Mireia y yo llegamos de las primeras. A penas un pequeño grupo del departamento de facturación y de cobros, esperaban en la puerta de la empresa. Nos sentíamos eufóricas, con ansias de gritar para que allí donde existiera alguien que nos deseara escuchar, pudiera lograrlo. Estábamos a punto de salir hacia la plaza mayor, cuando dirigentes del sindicato nos entregaron silbatos para hacer ruido según íbamos avanzando por las calles de la ciudad. Nuestros rostros clamaban un sueldo justo. Mi pecho asemejaba estar exaltado como en una montaña rusa. Ver aquel entusiasmo que mostraban mis compañeras, escandalizando a los guardias y a la multitud, me indujo a reír, gritar y soñar por todo lo que podíamos lograr con nuestras palabras, con nuestra realidad por cada día de trabajo duro sin un sueldo justo, dejando claro todo aquello que los empresarios querían ocultar. Recordé entonces lo ocurrido el día anterior en la oficina.

Un día antes

Me dirigía al despacho del gerente, cuando lo vi salir ajustándose la corbata con su arrogante rostro. Aquello me dio mala espina. El ambicioso Germán saliendo del despacho del jefe en ese preciso instante. Mucha casualidad pensé. Al llamar a la puerta educadamente, me miró por encima de sus gafas. Después le pedí permiso para entrar y me lo concedió desinteresadamente. Mientras terminaba de anotar unos datos en su ordenador, pude revisar unos documentos sobre su mesa, fue cuando sentí que mi sangre hervía por mis venas. Disimulé como pude aunque, la rabia que circulaba en mi interior, provocaría más tarde una erupción en mi piel. El fanfarrón de Germán había conseguido una subida de sueldo, y no solo eso, el sueldo que cobrara antes del aumento, era mayor que el mío. Algo injusto después de estar realizando el mismo trabajo que yo, además de llevar menos tiempo en la empresa.

- Señor Alejandro. Quería hablar con usted para solicitarle un aumento de sueldo -.
- Vaya. Pues eso no va a ser posible señorita Carolina. Están disminuyendo los beneficios y no lo veo razonable -.
- ¿Cómo dice? Tengo entendido que algún compañero se le está admitiendo aumentos, es más, incluso cobran más por ser hombres desempeñando el mismo trabajo que una mujer -.
- Me ofende Carolina, esos hechos no se están produciendo en nuestro departamento, ¿acaso tiene alguna prueba? - Me preguntó mientras escondía los documentos de Germán en una carpeta.
- Las conseguiré -.
- Nuestra conversación ha concluido -.

Cuando llegamos a la plaza mayor, recibí una buena noticia. Un compañero y miembro del sindicato, me confirmó que había comenzado una investigación en el departamento de Recursos Humanos, para clarificar todos los sueldos de los trabajadores. Ya habíamos logrado un gran paso. Poco a poco saborearíamos nuestra victoria.