Ania se estaba arreglando para lucir espectacular para Erick esa noche tan especial y marcada del año.
Sobre su cama tenía un precioso vestido rojo que le quedaba como un guante en su cuerpo, que lo tenía que combinar con un maquillaje que le hiciera juego pero que a la vez le favoreciera, entre mucha indecisión, se automaquilló preciosa, estaba deslumbrante.
Erick lució un pelo con tupé pero perfectamente peinado y un pañuelo en el bolsillo derecho de su traje a juego de su vestido.
Cuando llegó, ella estaba nerviosa, tenía algo muy importante que decirle: ¡Erick iba a ser papá!, ¿Se lo tomará bien?, ¿Huirá?, Se preguntó una y otra vez en su cabeza, contó hasta diez, respiró hondo, se armó de valor y se lo soltó.
Erick tras escuchar ese bombazo de noticia, se quedó por unos segundos perplejo, eso a ella le hizo pensar en su segunda opción, ¡Va a huir! , Pero no, le salió una enorme sonrisa, la abrazó, de esos abrazos que te dan vueltas mientras duran y le dió un beso de esos que te dejan sin palabras.
Erick lloró de la alegría, ella no lo sabía, pero era lo que siempre había deseado vivir junto a ella desde que apareció por casualidad del destino en su vida.