«Rejuvenecer en Navidad»

Todavía recuerdo las últimas navidades que pasamos juntos. Cantamos, bailamos y reímos. Mis pies ya no recuerdan un paso, solo el de caminar hacia donde mis pensamientos les lleven, y son excesivamente rutinarios. Aún así, me he comprado mi turrón, supongo que en mi cabeza todavía queda una luz de ilusión por estas fiestas. No soy creyente, creo en la realidad, en lo que me muestra la vida día a día. Aún así el ambiente navideño y los rostros de ilusión de los niños me confortan y sonrío al verles. Las luces me ayudan a mirar hacia adelante, y la música me recuerda que tuve un pasado lleno de vida y en buena compañía. 

Aunque ese buen recuerdo de la última navidad juntos me recorra por mi solitario ser, solo puedo sentir tristeza, un lamento que me encoge el corazón por no poder volver estar a su lado, sentirlo, amarlo y tocarlo. Siempre deseé ese árbol plagado de adornos y regalos, con niños a su alrededor emocionados por abrir sus regalos. Pero no pudo ser, nunca llegaron. Se marchó sin decir adiós. Me dejó sin explicaciones, causa por la que me siento vacía, sin poder haber cerrado una etapa de mi vida y empezar con otra aunque no entendiera sus razones.

Ahora, después de tres años, conozco a alguien, con el que un complicado sentimiento me impide abrirme a sus encantos. Siento un cosquilleo en el estómago cuando le veo, me hace sonreír y sus ojos me incitan a flotar entre nubes y estrellas fugaces. Lo que deseo es que esas estrellas dejen de ser fugaces para poder seguir sintiéndome flotar entre sus brazos, protegida, y simplemente, feliz. ¿Será miedo? ¿Miedo a sufrir por amor cuando mi corazón todavía se siente roto? No importa, debo dar el paso. Quiero que mis pies vuelvan a recordar sus pasos hacia el placer, y que de mi garganta vuelva a surgir ese sonido tan viral, la risa, mucha risa, esa que hace rejuvenecer mi piel hasta creer convertirme en una cría inocente.

Me ha invitado a cenar. Ha aplazado su cena familiar para poder estar conmigo y no dejarme sola. Su sonrisa me ha suplicado que lo bese. Sus manos me han regalado ese calor que necesitaba para olvidar el oscuro pasado. Y sus palabras me han convertido en una niña enamorada que sueña y se deja llevar hasta volar entre mariposas. Hemos brindado por nuestra primera Navidad juntos, y por muchas más. Y mi garganta ha vuelto a revivir, no recordaba el ritmo de mi risa, ha sido genial volver a escucharla, sobre todo percibirla junto a la suya.